viernes, 5 de septiembre de 2014

Pedro Vargas: "Traidor por la Patria"

Hola estimados, en esta nueva publicación les contaré sobre Don Pedro Vargas, partícipe activo de la causa sanmartiniana. Para ello les comparto el siguiente artículo de Jorge Sosa:

Hoy la llamaríamos guerra de inteligencia, entonces el general prefirió llamarla la guerra de zapa. Consistía en sembrar la duda en el enemigo, provocar temor, deserciones, recabar información, mentir y mentir a favor de la causa.


San Martín necesitaba espías, del otro lado de la cordillera y de este lado, en Mendoza, precisamente. Una parte importante de la población acomodada de Mendoza seguía siendo realista y en la ciudad se extendían informes y contra informes que luego serían llevados a Chile. Al parecer lo eligió con cuidado. Pedro Vargas era respetado, callado y a quien se lo tenía por indiferente.
Le propuso hacerse pasar por realista para recabar información. La empresa no era fácil, significaba que iba a ser repudiado por los mendocinos patriotas, que hasta su familia podía pagar el precio de tremenda osadía. A pesar de eso Vargas aceptó y desde entonces se mostró como un decidido defensor de la causa de España. El pacto era sumamente secreto, sólo dos personas lo conocían, el general y Pedro Vargas, ni siquiera la esposa de Vargas supo de tal acuerdo. Fue perseguido, encarcelado, engrillado, confinado primero en San Juan y luego en San Luis, lo hicieron caminar encadenado para el escarnio de todos hasta la plaza mayor, le quitaron los bienes, toda la sociedad mendocina y patriota pensaba que Pedro Vargas era un traidor a la patria, pero cada castigo significaba ganar prestigio entre los españoles y abrir la puerta de los caminos secretos en los que transcurría la información del enemigo.

De esta manera San Martín se enteró de todo lo que se decía y lo que estaba pasando y sembró del otro lado del Ande el desconcierto de sus informaciones. Su espía siempre tenía informaciones fidedignas y le suministraba al enemigo lo que San Martín quería que creyeran. La familia de Vargas sufrió las consecuencias: también fue denostada, atacada, marginada. Su esposa Laura Corvalán amenazó con dejarlo por considerarlo un traidor. Sólo después de la toma de Chile por el Ejército Libertador se supo la verdad, y entonces Pedro Vargas tuvo una reparación solemne por sus servicios a la patria.

Carnaval
Laura Corvalán se sentó en el sillón de terciopelo rojo que le señalara Remedios. El general no tardó. Una reverencia, el beso en su mano derecha, y las formalidades del caso. Hablaron poco de pocos asuntos hasta que Laura con los ojos brillantes dijo:
- Tiene que ayudarme, General. No lo soporto más. Usted lo sabe: mi marido es un traidor a la patria y eso no puedo aguantarlo. La gente nos ataca, nos insulta, hablan mal de nosotros. Saben todos que Pedro es un realista acérrimo. Tiene que ayudarme.
- ¿Qué puedo hacer por usted, señora?
- Mandarlo lejos, General, por un tiempo largo.
- Bueno, ya ha estado preso en San Luis.
- Más lejos, General, en Buenos Aires, adonde no pueda hacernos daño.
San Martín convidó a Laura Corvalán con una copita de ese licor de guindas que le habían regalado en Barriales. En el silencio profundo que dejaron ocurrir el general no quitó los ojos de los ojos de la mujer.
- ¿Usted lo quiere, Laura?
_ Lo quise mucho, general. Pero ahora no sé. Es mucho el dolor que nos ha provocado con su defensa por lo español.
Otro silencio ganó la habitación de la casa.
_ Laura, ¿usted cree en ese refrán que dice “las apariencias engañan”?
Se sorprendió la mujer
_ Si, por supuesto. Pero ¿Qué tiene que ver con lo que estamos hablando?
_ Tal vez mucho, Laura, tal vez mucho. En las ceremonias del carnaval acostumbramos a disfrazarnos, algunos que son tímidos, calmos, suelen disfrazarse de ogros, algunos de carácter violento suelen hacerlo de ovejas, o de palomas. Pero todos, absolutamente todos los que juegan al carnaval después de pasado el carnaval vuelven a ser lo que eran.
Laura Corvalán lo miró sin entender.
- Vaya Laura y aguante, aguante hasta que pase el carnaval.

Marzo de 1917, el carnaval ya había pasado en Mendoza, y también el cruce, y también la Batalla de Chacabuco. Desde Chile mandó San Martín un bando donde aclaraba el papel honroso, sacrificado, abnegado que Pedro Vargas había desarrollado a favor de la causa. Era la reivindicación. Laura había vuelo a sonreír, su familia entonces no sólo había recuperado el respeto sino que había adquirido admiración.
Laura se acercó a Pedro que descansaba bajo el aguaribay de su patio, con un pocillo de café en la bandeja. Pedro la vio llegar.
- ¿De qué ríes, mujer?
_ Es que me estaba acordando Pedro, de todo lo que me gusta el carnaval.

Alguna vez se sabrá
Alguna vez se sabrá
alguna vez
lo que yo y el general
pactamos aquella vez
Aquella vez.

Que yo no soy español
nunca lo fui
voy gritando ¡viva el rey!
por orden de San Martin
de San Martín

Soy Pedro Vargas
me dicen godo
pero lo que voy gritando
no es lo que siento
Soy Pedro Vargas
de todos modos
por afuera soy traidor
pero argentino por dentro.

Me creen de la corona
eso está bien
para que yo pueda enterarme
de lo que piensan hacer
esos del rey.

Me dijo hágase realista
que sea real
y me disfracé de España
para el General
para el General.

5 comentarios:

  1. Emocionante relato. Con los testigos de Jehová aprendí que los motores del pecado -cualquiera sea- son el orgullo y el egoísmo. Estos parten de un exagerado aprecio por uno mismo.

    Si voy a creer lo que dice el artículo, parece que el señor Pedro Vargas era de aquellas pocas personas que son capaces de "tragarse" ambas taras y de ejercer un amor leal, altruista y abnegado, hasta poner en riesgo el amor y el respeto de "su otra carne".

    Insisto: emocionante relato. Gracias

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    1. Eso es lo que resalto justamente, la entrega por la Patria. Creo que no me equivoco si digo que no cualquiera actuaría con el coraje de este hombre.
      ¡Muchas gracias por el interés, estimado Carlos!

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  2. No, no se equivoca. No hay muchos hombres ni mujeres que se entreguen de esa manera, excepto la mayoría de las madres por sus hijos.

    A raíz de un hecho que tomó estado público, de un hermano espiritual mío que fue baleado en un asalto, distintos profesionales del periodismo y muchos entrevistados criticaron negativamente la postura de este hombre con respecto al suministro de sangre en el tratamiento médico.

    Tuve oportunidad de leer un artículo periodístico mendocino, en el que el autor puso por título: "Yo lo banco al testigo". En ese escrito el autor confesaba su ateísmo y su desacuerdo con cualquier idea religiosa. Pero explicó que este mundo es uno en el que nadie se pone una camiseta "en serio" (Las comillas no significan cita del artículo, sino que remarcan el sentido figurado de mi expresión). Decimos que somos esto o lo otro, que estamos de parte de..., pero al primer inconveniente nos quitamos el hábito. Este hombre destacaba la integridad ideológica de la persona implicada, más allá de si comulgaba con su postura. Afirmó que por eso lo bancaba, porque era capaz de estar en una postura, no solo en las buenas, sino también en las malas. Me emocionó profundamente su homenaje a alguien que estaba en el antípoda de sus convicciones.

    Como hay que imitar lo bueno, humildemente reproduje la actitud de ese periodista. Si bien no está en mí entregarse a ninguna patria de este mundo, me produjo admiración la actitud de Pedro Vargas, es fuera de lo común y destacable más allá de las circunstancias y de los detalles particulares del hecho histórico. Importa la calidad de hombre, no qué defendía o en qué creía.

    No tiene nada que agradecer. Antes bien, el agradecido soy yo; por eso escribí.

    Cordialmente,
    Carlos

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